sábado, 4 de abril de 2020


Mis mejores recuerdos de niño son aquellas excursiones con mi abuelo por el monte que siempre terminaban con la exploración de una cueva, hasta donde ya no se podía más, y esas jornadas de pesca con visitas "as furnas misteriosas".

La historia que cuento aquí forma parte de mi vida desde que tengo recuerdos aunque me di cuenta que yo mismo formaba parte de ella a los 11 años. Ese día, mientras pescábamos como tantas otras veces, encontramos algo que hizo que mi abuelo empezara a llorar al mismo tiempo que su cara mostraba una inmensa sonrisa.

De regreso a su casa entendí que realmente la pesca había sido sólo la excusa para que yo no me aburriera.

Comenzó a contarme una de sus historias. Me hablaba de dos hombres que había encontrado saliendo de una mina de agua cerca de su casa. Empapados y "ulindo a mar" parecían agotados y los acercó a su casa que estaba cerca. Allí comieron "a dúas máns".

A pesar del cansancio evidente, al rato dijeron que tenían que irse, pero le dejaron algo. Un papel con algo escrito. le pidieron que lo guardara porque volverían a buscarlo más adelante, y de esta forma dejándolo en sus manos no lo perderían. Se despidieron muy agradecidos y prosiguieron apresurados su camino. Esa fue la última vez que los volvió a ver.

Tras irse los dos hombres ojeó aquel papel. Pudo distinguir alguna letra que no entendía pero que había visto otras veces; y números, muchos números, porque esos sí que los conocía mejor.  por su puesto mi abuelo era analfabeto, así que aquel papel para él no tenia mayor significado, y lo guardó en un cajón, aquel cajón que estábamos a punto de abrir.

Pero lo que realmente no dejó dormir a mi abuelo fue aquel "cheiro a mar". Estábamos en el monte y el mar quedaba muy lejos. A su cabeza volvieron viejas historias sobre las Torres de Darbo que servían para vigilar la llegada de piratas musulmanes y normandos.  Cuando se avistaban la población se resguardaba en el Castillo y la gente decía que había una cueva que comunicaba la costa con el Castillo por donde subían los que vivían cerca del mar.  Desde aquel momento para el fue una obsesión buscar aquella cueva, y partir de ese día también lo fue para mí.


Esta es la carta que me dejo mi abuelo por si a alguien le sirve ...